Hacia una Personalidad Sana (3)
Venga… Voy a seguir con lo mismo…
Ya planteé el otro día el predominio de la Depresión entre los motivos de Baja Laboral.
Y aunque hay Depresiones para todos los gustos, quería llamar la atención sobre ese tipo en concreto que está producido por las condiciones de vida de una persona y su influencia en su ambiente…
Partamos de lo siguiente: Al llegar a una determinada edad, los seres humanos sentimos la necesidad de vivir por nuestra cuenta… de depender exclusivamente de nosotros mismos…
El problema está en que, en los concurridísimos estratos medio-alto, medio, medio-bajo y bajo de la sociedad, este deseo está mediatizado por un serio condicionante: El Trabajo.
Si no se trabaja, no se puede alcanzar esa deseada Independencia… Pero la necesidad de trabajar ya, de por sí, supone una importante Dependencia.
Las dificultades empiezan en el mismo momento en que se empieza la búsqueda… Porque lo que se pretende es encontrar el trabajo adecuado que permita satisfacer las necesidades o los deseos… Y en esta búsqueda nos encontramos necesariamente con una competencia feroz; donde se ponen a prueba nuestros conocimientos, nuestra valía personal, nuestras aptitudes y nuestras actitudes.
Sin embargo, tal y como está el mercado laboral actual, se puede ofertar un solo puesto de trabajo para muchos aspirantes y, con ello, se presenta el primer gran problema…
Hay que demostrar que se es el mejor para poder conseguirlo… Y esta demostración genera una fuerte tensión psicológica en el individuo; que permanece y aumenta progresivamente hasta que se llega al final del proceso selectivo…
En este punto, se abren dos alternativas que también, aunque desde otras perspectivas, siguen poniendo a prueba nuestra «salud emocional»… Por un lado, y dadas las actuales circunstancias, está el resultado más frecuente: que no se consiga ese trabajo…
Toda la tensión y la fatiga psíquica sufridas durante la fase selectiva se perciben como algo inútil, que no han tenido los resultados esperados.
Si esta persona no mantiene una actitud serena, que le permita sacar el mayor provecho posible de todo ello, de cara a intentarlo otra vez, su personalidad se derrumbará bajo el peso del sentimiento de impotencia o de inutilidad; bajo la conciencia de haber hecho tanto esfuerzo para nada; y se fustigará a sí misma con la idea de que no vale para nada; de que, si el otro pudo, él también debería haber podido; de que quizá no se esforzó lo suficiente… Y cuando alguien le diga que «quizá la próxima vez«… responderá:… «¿Para qué? ¿Es que va a cambiar algo?… yo seguiré siendo el mismo inútil de siempre«…
Y lo que empezó como un deseo de Independencia y de mejorar la vida, termina con un sentimiento de frustración, de culpabilidad, de inseguridad y, en algunos casos, con una depresión que le imposibilitará, hasta que sea tratada convenientemente, para que dirija sus esfuerzos hacia otras metas.
Luego está la otra alternativa; la cual, en este punto inicial, es la más satisfactoria: Se ha superado con éxito el proceso selectivo y se ha conseguido el trabajo.
La incorporación al ambiente laboral puede resultar un tanto complicada; pero, de entrada, todo se da por bueno.
Sin embargo, con el paso del tiempo, se empieza a tener conciencia de que no es oro todo lo que reluce… De que este trabajo, al principio ideal y maravilloso, resulta rutinario y no permite alcanzar el nivel de vida que uno deseaba…
Porque, con la consecución de unas cosas, también queremos otras… Y lo que en aquel momento bastaba para saberse Independiente… ahora no llega para la hipoteca del piso… para comprar ese coche… para las vacaciones… para salir a cenar con la pareja… para el apartamento en la playa…
Qué vida esta!!!…