El Chantaje Emocional

 

 

Lo hacemos y lo padecemos… (Ya sabes: Donde las dan, las toman).

Cuando lo hacemos, es porque consideramos que alguien tiene una deuda con nosotros… Una «deuda de amor».

Cuando lo padecemos es porque creemos que estamos en deuda.

¿Pero dónde queda nuestra libertad?

¿Dónde dejamos lo que queremos?

En el momento en que somos conscientes de que nos están chantajeando a nivel emocional, en ese mismo instante, surge la autojustificación. No es que me deje chantajear porque soy tonto, o porque soy débil, o porque no tengo personalidad. Lo que pasa que si, cuando yo los necesité, ellos me ayudaron y me hicieron sentir bien ¿por qué no hacerlo yo ahora con ellos?

Sin embargo, esa autojustificación es, como decía antes, el reconocimiento de una «deuda» que no debería ser tal.

Cuando alguien hace algo por otra persona (a no ser que sea chantajeado, claro está) lo hace porque quiere. Y si alguien hace algo porque quiere, no espera, o no debería esperar, que se lo paguen. Los regalos son regalos; no son «ventas».

Si yo te vendo algo y tú lo compras, tú me lo pagas. Si yo te regalo algo y tú lo aceptas, tú lo disfrutas y yo disfruto de que lo disfrutes. Así tendría que ser… Pero la mayoría de las veces no lo es… Y esperan que les «devolvamos» el favor, o esperamos que «salden» su deuda.

Vale; pero ahora vamos a dejar a un lado el papel de chantajistas y vamos a ponernos en el papel de «víctimas»… ¿Qué podemos hacer para no seguir siéndolo?

Para defendernos de ese chantaje, lo primero que tenemos que hacer es aprender a distinguirlo y si lo pensamos un poco, se distingue bastante bien. Porque todos sabemos cuándo hay una necesidad «real» de algo y cuándo no la hay.

Se nota perfectamente cuándo alguien no puede hacer algo por sí mismo, o «necesita» algo. No dispone de ello; no puede conseguirlo por sus propios medios, por más que se esfuerce; no tiene la capacidad que se requiere para alcanzarlo. Y cuando nos pide que le ayudemos, o que se lo demos, o que lo hagamos, es porque lo ha intentado sin éxito… y nada.

Sin embargo, cuando puede hacerlo, cuando dispone de los medios y de la capacidad necesaria para lograrlo, pero no lo quiere hacer porque es muy cómodo que lo haga otro, o no lo intenta siquiera, o se hace el «desvalido» porque a todos nos gusta que nos mimen… y encima nos dice… «yo lo haría por ti»… «si tanto me quieres, entonces…», «es que yo no me merezco que tú ahora…»

Eso es CHANTAJE EMOCIONAL.

Y una vez identificado, lo siguiente es DECIR NO… «Te quiero mucho, pero NO VOY A HACER ESTO»… «Sé que me quieres, pero NO VOY A…»

Esta negativa, por supuesto, tiene consecuencias.

Porque decir NO, nos hace sentir incómodos… Que es precisamente lo que el chantajista quiere.

Porque decir NO, puede conllevar que el chantajista se enfade o se muestre dolido; lo que nos hace sentir mal… Que es precisamente lo que él quiere.

Porque decir NO, puede suponer meterse en una bronca o en una pelea dialéctica… (Pasar a las manos ya sería perder los papeles por completo).

¿Pero qué es mejor, UNA incomodidad, UN enfado, UNA bronca… que se pasa y se acabó… o seguir siendo la VÍCTIMA ETERNA del CHANTAJE CONTINUO?

Si el Chantajista Emocional comprueba que no cedes, aún a riesgo de esas «consecuencias», entenderá que no eres «su víctima» y te dejará en paz. Si observa que «te rindes»… te manejará siempre a su gusto y capricho.

Eres una persona libre. Puedes decir No, si quieres decir No.

Puedes ESTAR para los demás… pero sobre todo, TIENES QUE ESTAR PARA TI.

Pero que conste… No hablo de egoísmo… Hablo de que Inteligencia Emocional y de Sentido Común…

… Y adelanto… y «amenazo»… Seguiré hablando de ello.

Disfruta de tu LIBERTAD.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *