¡Menudo triángulo «amoroso»!…
Seguro que alguna de vosotras se ha visto en esta situación, o parecida:… «Mi suegra se ha quedado viuda recientemente. Mi marido es su único hijo y para que no esté sola, en estos primeros meses, está viviendo con nosotros. Y ahora ha empezado a hacerme la vida imposible; no hace más que criticar todo lo que hago. Y lo peor de todo es que mi marido también ha empezado a echarme en cara ciertas cosas que antes no le parecían mal… Parece que se pone contra mí para defender a su madre.»
¿Te ves reflejada y no sabes por qué te está pasando esto?
¿Quieres ponerle remedio y no sabes cómo?
Vale; pues te contaré algunas cosas… a ver si pueden servirte de ayuda…
Lo que podría estar ocurriendo es lo siguiente: Al quedarse sin su marido, tu suegra se quedó sin su apoyo de toda la vida y quizá empezó a pensar que, para no quedarse completamente sola en el mundo, lo único que le quedaba era su hijo… Pero su hijo estaba con «la otra»… Por tanto, tenía que recuperarlo a toda costa, sobre todo de cara a su vejez.
Y resulta que «la otra» eres tú: Su mujer.
Entonces, su «lógica» le puede haber llevado a pensar que, si tú pierdes la buena imagen que tienes ante tu marido, él se despegará más de ti y volverá a sus brazos, ya que, según esa misma lógica, «ella es su madre y es la única que no puede fallarle».
Pues pensado y hecho. Si para recuperar a su hijo tiene que anularte a ti, lo mejor es hacerle ver todas tus faltas, tanto las existentes como las inexistentes; y demostrarle que su mujer no le conviene; que lo mejor es que haga caso a su madre y, a ser posible, que sólo confíe en ella.
Por eso te critica y te hace la vida imposible.
Pero no pienses que, a pesar de la «evidencia», tu suegra es un «monstruo de maldad»… Nada de eso.
Lo que ocurre es que tiene miedo. Está asustada. Porque la vejez asusta; especialmente si viene acompañada por la soledad…
Que, dicho sea de paso… ¡Terrible compañía!
Y cuando una persona está asustada, se desespera y trata de luchar con todas sus fuerzas para evitar la llegada de «eso» que tanto miedo le provoca.
Así pues, en lugar de reprocharle nada y meterte en una guerra de «dardos cruzados» con ella, lo más adecuado es ayudarle a superar su trauma.
Tienes que hacerle ver que tú no eres su enemiga.
Más bien, al contrario… Si «su hijo» y tú estáis bien y os sentís unidos, si vuestro matrimonio funciona bien y os compenetráis, ella estará mejor atendida y se sentirá más cómoda.
Siéntate con ella; trata de hablarle con calma, con amabilidad, pero, sobre todo, con respeto. Y, lo más importante… trata de escucharla.
Puede que, especialmente al principio, desconfíe de ti y te acuse de que lo que pretendes es darle la razón como a los tontos o volverla loca para encerrarla en un psiquiátrico y así librarte de ella.
Si te dice ese tipo de cosas, no te enfades… Estas reacciones podrían deberse al pánico que está experimentando frente a la temida soledad.
Atiéndela bien… Sorpréndela con algún detallito; pero que no sea muy llamativo, para que no recele. Invítala a que salga contigo a la compra o a dar un paseo. Puedes pedirle también que te ayude en las tareas de casa. Pero haz todo esto de una forma natural… Se trata de que se vaya dando cuenta de que ella también es parte de la familia; que tiene un sitio en vuestra casa y que puede participar en las cosas de casa.
No hagas caso de sus críticas.
Si va comprobando que tu actitud hacia ella no es algo pasajero, sino que lo haces de forma constante y con naturalidad, poco a poco ella también irá cambiando, dejará de tener miedo y la convivencia adquirirá una «muy deseada normalidad».
Y que pasa cuando su hijo y yo somos los que por no dejarla sola vivimos en su casa? Y estoy incómoda
En líneas generales, te diré que quizá habría que intentar llegar a algún acuerdo de convivencia. Pero habría que analizar la situación en profundidad para ver qué soluciones concretas se le pueden dar.