Algo sobre la Insatisfacción

 

¿Te sientes insatisfecho?

¿Por qué?

A veces, nos sentimos así y nos preguntamos cómo hemos llegado a ese punto; pero no encontramos la respuesta.

Porque, en nuestro fuero interno, reconocemos que no tenemos motivos para ello. No hemos sido víctimas de algo terrible; no hemos sufrido ninguna catástrofe y nuestra vida se puede considerar «normal».

Sin embargo, nos sentimos frustrados… Y la causa está en el «querer y no poder». En el hecho de ser conscientes de que podríamos disfrutar de algo que no tenemos o de que podríamos vivir de una determinada manera y no encontramos la forma de conseguirlo.

Me vais a disculpar, pero hoy me voy a extender un poco más de lo habitual, para poder responder adecuadamente a esta cuestión que muchos de vosotros me habéis planteado.

¿Os habéis parado a pensar en la cantidad de cosas que nos rodean que, de puro inútiles, se hacen indispensables?…

Si nos fijamos en la publicidad, cualquiera que sea su medio de difusión, podemos observar escenas, palabras, imágenes que, bajo su normal apariencia están pensadas para que un determinado y puede que inútil producto sea no sólo vendible sino insustituible.

No obstante, si lo analizamos desde un punto de vista lo más objetivo posible, lo que en realidad nos convence para adquirir dicho producto, no es el producto como tal; sino la felicidad, el buen nivel de vida, la alegría o el atractivo que derrochan los figurantes que intervienen en esa publicidad.

Es decir, los dardos publicitarios se dirigen, siempre y sin excepciones, a nuestros aspectos más vulnerables, de tal manera que la comparación entre esos mensajes y nuestra vida real es tan brutal y tan negativamente desproporcionada, que hace que surja en nosotros la necesidad de adquirir ese producto y, si no se adquiere, nos vemos como unos desgraciados y nos sentimos insatisfechos.

Porque todos, sin excepción, buscamos la felicidad, la belleza, la comodidad, etc., y si buscamos todo esto en cualquier esquina, en cualquier producto, en cualquier situación o con cualquier compañía es porque nos han enseñado y nos han convencido de que podemos conseguirlo ya, con sólo decir «lo quiero».

Vale. Pues ahora vamos a fijarnos en algo que considero importante.

Observad a un niño pequeño. Un niño que, por su corta edad, no se percata apenas del bombardeo publicitario.

¿Y qué veis?… Lo que veis es un niño que está feliz, que disfruta con lo que tiene y con cualquier cosa que cae en sus manos. Que es capaz de ver, en una simple caja de cartón, el juguete más alucinante.

Sin embargo, a medida que va creciendo, a medida que se va fijando más en lo que le rodea, empieza a ir aumentando sus necesidades; que no son básicas, pero que se convierten en básicas.

Me explico: puede que su supervivencia física esté asegurada sin ellas; pero su supervivencia emocional (si me permitís la expresión) empieza a verse seriamente amenazada si no satisface esas necesidades, y todo porque ya le están llegando los dardos publicitarios que antes os decía.

Las consecuencias de esto, cuando se tiene una personalidad débil o sin grandes recursos defensivos, son tremendas. Porque uno se siente menos que los demás… Y en ese punto es donde entramos en barrena.

Y es entonces cuando empiezan a aparecer los síntomas de la insatisfacción. Porque lo que tenemos ya no nos llena lo suficiente y no podemos sentirnos completos sin eso otro que hemos visto, que los demás ya tienen y que, por eso mismo, seguro que es necesario; porque si no fuera necesario, los demás no lo tendrían; y como es necesario, hay que conseguirlo; porque de lo contrario, no nos sentimos bien… ¡uff!…

Ya Sócrates, hacia el año 500 a.C., decía a sus discípulos algo así como: «Fijaos cuántas cosas innecesarias necesita hoy la humanidad». Y yo me pregunto, si eso fue hace 2.500 años, ¿qué diría si viviera ahora?

Esta Sociedad saturada, intransigente, vendible y comprable; esta sociedad que preconiza el Consumo nos lleva, envueltos en su vorágine, a que terminemos por consumirnos a nosotros mismos. Nos lleva a nuestra propia consumición.

La Insatisfacción es un compendio de sensaciones negativas las cuales llegan realmente a doler, vapuleando al individuo, haciéndole sufrir, empobreciendo su calidad de vida y jugando con sus expectativas de futuro.

Sería deseable encontrar el remedio adecuado, pero no puede hablarse de panaceas universales. Así pues, la solución está en uno mismo. La solución está en ser capaces de priorizar y de rechazar… ¡Que no pasa nada por hacerlo alguna vez!…

No voy a ponerme moralista y no empezaré ahora con eso del conformismo. Creo que, más bien, el quid de la cuestión está en nuestra personalidad; cuanto más segura, cuanto menos influenciable, cuanto más centrada y equilibrada, mejor.

Pensadlo un poco… y ya me diréis.

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