Archivo por meses: septiembre 2015

Esos Otros Miedos (2)

 

 

¿Te has burlado alguna vez de los miedos de alguien?…

¿Has hecho en algún momento un comentario jocoso o los has tachado directamente de ridículos?

Creo que sí… Como yo… Como todos los que no tenemos ese Miedo concreto que nos están describiendo…

… Aunque tengamos otros.

Alguien, por ejemplo, quizá nos haya confesado alguna vez que le da Miedo que le llamen gordo. Y puede ser que nos hayamos reído, o sonreído, diciendo… ¡Anda, anda, no digas tonterías!!…

Sin embargo, todos somos conscientes del alarmante número de casos de Anorexia que se detectan entre la población joven… Esto es motivo suficiente para que se le dé a ese miedo la importancia que se merece.

A ver… Que tampoco quiero ponerme yo aquí demasiado tremendista o catastrofista… Pero lo cierto es que la inmensa mayoría de este tipo de trastornos han comenzado de forma imperceptible por ese miedo al qué dirán… que fue degenerando en ese otro miedo a «cómo me veo» y, casi sin saber cómo… en una percepción absolutamente distorsionada de la imagen corporal.

Esto mismo, salvando las distancias y cada uno con sus características particulares, podemos observarlo en cualquiera de Esos Otros Miedos que nos parecen incomprensibles… pero que, sin embargo, influyen de forma tan negativa en el desarrollo de la personalidad.

Vale… Y llegado a este punto… ¿qué se puede hacer?… ¿Cómo nos podemos enfrentar a estas situaciones?

En primer lugar, ante la confesión de un Miedo a… lo que sea…  tenemos que observar cómo vive la persona en cuestión ese lo que sea… o cómo Lo Sufre, que para el caso es lo mismo.

También habrá que observar, en la medida de lo posible, lo lógico o lo ilógico de tal miedo; porque si podemos establecer el origen del mismo, quizá podamos actuar directamente sobre ello.

Por otra parte, si la persona afectada es capaz de enfrentarse a sus monstruos, aunque lo pase mal, eso puede indicarnos que sus mecanismos de defensa están intactos o, al menos, siguen ahí… y que sabe cómo desplegarlos y utilizarlos… Aunque lo pase mal.

Pero si se produce la huida…

Siempre y cuando, claro está, el peligro no sea «real», en cuyo caso la huida estaría más que justificada… y ya sabes ¡tonto el último!!!…

A ver, que me lío… Céntrate Ana.

Si se produce la huida, digo, tendríamos que empezar a cuestionarnos por qué fallan las defensas.

Puede ocurrir que la ansiedad que le produce esa situación le esté desequilibrando emocionalmente lo suficiente como para disminuir o anular su capacidad de respuesta….

Y, si esto es así, ha llegado la hora de acudir al psicólogo… Sin pensarlo dos veces… Porque si el problema se «solidifica»… costará mucho más solucionarlo.

En todo caso, tenemos que ser conscientes de que el Miedo, sean cuales sean sus orígenes, sus porqués, sus manifestaciones y sus particularidades, produce ciertamente una sintomatología real

Y el sufrimiento que conlleva es ya, de por sí, motivo suficiente como para concederle lo que llamamos Importancia.

Juan Sin Miedo no existe… No sería ni sano ni saludable.

Pero tampoco es ni sano, ni saludable, que exista Don Juan De Todos Los Miedos.

 

 

 

Esos Otros Miedos (1)

 

 

En las entradas anteriores os he estado hablando del Miedo…

Pues voy a seguir.

Os decía que, aunque todos alguna vez hemos deseado tener la facultad de no sentirlo nunca, debemos reconocer, sin embargo, que en la mayoría de las ocasiones, esa sensación es un mecanismo de defensa… Nos protege.

Aunque, hay que reconocer que se trata de una sensación tan desagradable que, en algunos casos, las cosas se han complicado hasta el punto de llegar a Tener Miedo De Sentir Miedo.

Y es que… no es para menos.

Porque, en primer lugar, se percibe una tensión que dispara las alarmas y hace que todo nuestro cuerpo tome posiciones… Los músculos parecen contraerse; el sistema nervioso entra en Modo Alerta; el corazón acelera el ritmo de sus latidos y el cerebro se ensimisma y se concentra para tratar de dar con la salida adecuada que contrarreste o evite el peligro inminente.

A nivel psicológico, nos sumergimos en un estado de ansiedad que, en sus primeras fases, es muy útil para desarrollar eso que hemos llamado Modo Alerta… Pero si se sobrepasan esos niveles, digamos beneficiosos, corremos el riesgo de caer en el Bloqueo… Y eso nos hace añicos emocionalmente… porque inhibe nuestras defensas y nos convierte en seres vulnerables e incapacitados para protegernos y, por supuesto, para el ataque.

Hasta aquí todo muy clarito y muy entendible…

Pero ¿qué pasa con el miedo a todo?… ¿Por qué alguien puede llegar a asegurar que tiene miedo de algo que es absolutamente inofensivo?

Nuestra sociedad, vertiginosa y feroz, que no da tregua alguna si queremos subir al tren del progreso y del buen nivel de vida, paradójicamente va minando, de forma progresiva y pertinaz, la capacidad del hombre para conseguir permanecer subido en ese tren…

Uff!… Vaya párrafo!!!… Seguro que lo podía haber dicho de otra manera… no tan «académica»… Seguro… Pero a veces me dan esos «prontos»… Te pido disculpas, si no es de tu agrado.

Pero bueno… a lo que iba…

El caso es que, cuanto más exigentes sean los retos a los que tenemos que enfrentarnos, mayor es el riesgo de fracaso y, en la misma proporción, aumentará la inseguridad y el miedo… tanto a perder lo conseguido, como a no conseguirlo nunca.

¿Y cuál es la consecuencia?…  Que esa persona se vaya convirtiendo en un ser desconfiado, taciturno… y miedoso.

Luego hay también otros Miedos, que resultan incomprensibles para quien no los sufre, pero el afectado vive absolutamente condicionado por ellos.

Y así nos podemos encontrar con el miedo al ridículo… el miedo al qué dirán… los llamados miedos nocturnos… el miedo a lo desconocido… y, llegados a situaciones extremas, los miedos a cosas de lo más variopintas que degeneran en fobias.

Si le preguntamos a alguien por qué tiene miedo, por ejemplo, a salir a un gran espacio abierto (agorafobia), lo más probable es que no sepa explicarlo, sin embargo nos dirá que siente algo más fuerte, que se trata de una sensación de peligro real, acompañada de temblores, vértigos, taquicardias, etc.

Y cuanto más nos aproximamos a la «realidad» de Esos Otros Miedos, mejor más nos damos cuenta de la angustia que experimentan sus víctimas.

Una angustia que, además de los síntomas físicos que suelen acompañarla, produce un importante desajuste emocional… que empieza en la incapacidad para realizar ciertas cosas… y puede llegar hasta la desorganización de la personalidad y el bloqueo absoluto.

Así que, el cuadro puede llegar a ser lo suficientemente grave como para que tratemos de comprender a las personas que lo sufren y que, en algunas ocasiones, ni se atreven a decirlo por el Miedo a Nuestras Burlas… que se añade, con un peso insoportable, a Ese Otro Miedo que ya tienen de por sí.

Pero todavía tengo algunas cosas más que contarte…

Este tema da para mucho.

¿Quedamos para la siguiente entrada?…

 

 

El Miedo, sus Motivos y sus Porqués (2)

 

 

El otro día deje una pregunta en el aire…

¿Cómo es posible que algo normal y cotidiano pueda verse como amenazante y peligroso?

Pues verás… La respuesta podemos encontrarla en cualquiera de los siguientes apuntes.

Por una parte, estaría el problema de las Asociaciones Mentales Distorsionadas… (No sé si el término es muy «científico», pero me sirve)…

Y me explico…

El ser humano, a lo largo de su vida, va experimentando una serie de hechos, situaciones o circunstancias, rodeados de toda una parafernalia de condiciones y de casualidades, directas o indirectas, que pasan a formar parte de la vivencia que tenemos de cada situación.

Cuando el resultado de dicha experiencia ha sido negativo, se APRENDE que, si eso mismo se produce en otro momento, nos puede hacer sufrir.

Te pongo por ejemplo el caso de una persona que camina una noche hacia su casa y de repente la atracan, amenazándola con un arma; casualmente, en ese instante un perro empieza a ladrar.

El hecho de que a esa persona, a partir de entonces, le asuste el hecho de ir sola a casa por la noche sería lo más lógico… Sin embargo, que lo que realmente le dé auténtico pánico sea oír el ladrido de un perro, en cualquier momento, de día y de noche, eso ya no sería nada lógico. Entonces, lo que aquí habría ocurrido es que su mente estaría haciendo una Asociación Distorsionada entre el recuerdo que tiene de la experiencia real del atraco y todo lo que la acompañó en aquel instante, y ese ladrido que está escuchando ahora, en una situación totalmente inocente y, por tanto, nada peligrosa.

Otra posible explicación, y quizá ésta sea una causa muy común entre los miedos que, de forma ilógica, afectan a algunas personas, está en la propia Inseguridad Personal ante cualquier circunstancia que requiera un mínimo esfuerzo, o ante una situación que implique un cierto grado de compromiso.

Una persona insegura, con baja autoestima, puede vivir inmersa en una sensación de miedo constante a qué hacer o qué decir, a cómo vestirse, a quién dirigirse, al qué dirán, a qué pensarán…

Y quizá, sus expresiones más utilizadas podrían ser: «Tengo miedo de…», «Me asusta pensar que…» Claro, ante este panorama, su tendencia será a la huida, al intentar pasar desapercibida, incluso, al aislamiento.

Porque esa Inseguridad con respecto a casi todo y frente a casi todos puede, a veces, llegar a provocar auténtico pánico, yendo incluso acompañada de sintomatología física (taquicardias, dilatación de pupilas, bloqueos cognitivos, inmovilidad, etc.)… Y peor aún si la vivencia es tan fuerte como para llevarle a pensar que de ello pueden desprenderse consecuencias nefastas para su integridad.

Esto se puede enlazar con un tercer supuesto en el que la característica esencial, y por tanto donde se halla el porqué de ese miedo irracional, es la Visión Distorsionada de la realidad.

Casi todos los problemas psicológicos generan, en mayor o menor medida, un cierto grado de distorsión y cuanto más se interioriza esa distorsión, más se proyecta hacia el exterior en forma de actitudes recelosas, hasta el punto de ver como amenazante cualquier cosa que, en circunstancias normales, no sólo sería inocua, sino que, incluso podría ser hasta agradable.

Pero creo que por hoy, otra vez, tengo que interrumpir el tema…

Ya sabes… el espacio.

Sin embargo, pienso seguir escribiendo sobre estas cosas…

Si te interesa… «nos vemos» en la próxima entrada.