Archivo por meses: mayo 2015

Tú en Tu Mejor Papel

 

 

Desde el mismo instante de nuestro nacimiento se nos asigna un «papel».

Iniciamos nuestra andadura en el Gran Teatro de la Vida y no venimos como Espectadores, desde luego… Pero es que tampoco venimos como Directores…

Somos Actores… Y tenemos que empezar a Actuar…

Hemos caído en un determinado «Acto»… El escenario ya está montado: La casa, el barrio, la ciudad… Y sobre el escenario hay ya algunos personajes que están interpretando sus respectivos papeles: padres, hermanos, familia en general, grupo social, sociedad…

O sea que ya, de entrada, tenemos que asumir el papel de: hijo, hermano, sobrino, nieto… Y nuestra «obligación» es desarrollar bien ese papel; con una ejecución perfecta, en todos sus matices… Porque si no, el Conjunto de los actores, como Gran Director de la obra, nos lo recriminará y nos «obligará» a volver al papel asignado.

Más adelante, a medida que la «obra teatral» avanza, se nos irán asignando otros papeles; algunos incluso los podremos elegir. Pero siempre tendremos que seguir interpretando el «papel» de turno: madre, padre, tío, profesional, empleado, voluntario, artista, jefe…

Y si no lo interpretamos de la forma que está prevista, entonces ya es que somos «extravagantes», o somos «rompedores», o somos «asociales», o somos «genios»; pero en cualquier caso, se nos mirará con suspicacia, con recelo, o con reservas… ¿Por dónde saldrá éste ahora?… ¿Qué se le ocurrirá después?…

Esto tiene dos posibles consecuencias: O se nos deja por imposibles, si nuestras «ocurrencias», si nuestra «interpretación» tiene su «puntito» positivo; o se nos repudia y se nos castiga, si los efectos de nuestra «actuación» no son los «convenientes».

Vale… Pues una cosa es que procuremos desarrollar bien el papel que de alguna forma se nos asigna, más que nada porque no tenemos más remedio que hacerlo así… y otra cosa muy diferente es que, para interpretar ese papel, tengamos que dejar de ser nosotros mismos y que eso nos genere problemas psicológicos y emocionales…

Porque, en ese caso, las cosas ya no van por donde tendrían que ir…

Si lo pensamos un poco, siempre… siempre… siempre que entramos en contacto con otra persona, cualquiera que sea, aunque sea muy cercana a nosotros, ya estamos representando un papel.

Sólo somos nosotros mismos cuando estamos a solas con nosotros mismos… Sólo en esos momentos es cuando no tenemos la necesidad, ni la obligación, de interpretar ningún «papel»…

Ahora bien, puestos a «actuar»… de cómo sea nuestra interpretación y de cómo creamos que tiene que ser dependerá que nos sintamos bien o mal.

Si tu actuación va en la línea de lo que te gusta hacer y de lo que quieres representar, entonces todo va bien…

No obstante, si hay un conflicto entre cómo interpretas tu papel, cómo crees que tienes que interpretarlo y cómo te gustaría hacerlo en realidad, te sentirás mal.

Y a continuación aparecerán los sentimientos de culpabilidad, la inseguridad… y una serie de trastornos emocionales que darán al traste con nuestra estabilidad.

La cuestión es que, en muchas ocasiones, no nos atrevemos a ser como somos… No nos atrevemos a decir lo que queremos decir… No nos atrevemos a «improvisar»… Ni siquiera nos atrevemos a pensar como queremos pensar.

Evidentemente, nuestra libertad tiene un límite… y ese límite todos sabemos dónde está. Aquí nadie tenemos «patente de corso», «ni podemos hacer de nuestra capa un sayo»… Pero hasta llegar ahí hay mucho recorrido…

No se trata de entrar en conflicto con los demás…

Pero, desde luego, lo que hay que evitar a toda costa es entrar en conflicto con nosotros mismos.

Sabemos, porque se han encargado muy bien de que lo aprendamos, cuál es nuestro papel en esta sociedad que nos acoge… y hay que interpretarlo. Sí.

Conocemos bien a nuestro «personaje»… Pero conocemos mucho mejor a nuestra «persona»… Y estaría bien dejar que salga y que se manifieste; que se «interprete» a sí misma, en esto que he llamado el Gran Teatro de la Vida.

Sin duda, este es nuestro mejor «papel»…

… Y esta sería nuestra mejor actuación…

 

¿Por qué «curan» los Curanderos? (Segunda Parte)

 

 

Pues sigo…

Cuando algo nos parece difícil de explicar, tanto física como psicológicamente, decimos que es un fenómeno parapsicológico… Es decir, que va más allá de los límites psíquicos conocidos por el hombre…

Aunque, en realidad, Todo Se Queda En Casa… porque todo se concentra en nuestro cerebro y nuestro cerebro es parte integrante de nosotros mismos.

Cuando alguien se autosugestiona lo suficiente como para ir más allá de lo fácilmente explicable, lo que está haciendo realmente es poner en marcha otra mínima parte de ese noventa por ciento restante.

Nuestra mente se concentra de tal forma en ese objetivo tan concreto que, sin que sepamos cómo lo hace, empieza a activar los mecanismos adecuados que producen, sucesivamente, la energía o el impulso eléctrico, necesarios para actuar físicamente (o químicamente) sobre la zona afectada.

Una vez conseguida la puesta en marcha de este proceso, Absolutamente Natural, la consecuencia no se hace esperar… aunque califiquemos como Sobrenatural la curación obtenida.

Aparte de esas personas que conocen las plantas y sus efectos lo suficientemente como para saber mezclarlas y aplicarlas de forma adecuada…

… O de aquellas otras que saben efectuar determinados masajes en algunas zonas del cuerpo, que son muy beneficiosos para los problemas musculares…

… O de los que desarrollan técnicas milenarias muy efectivas, como la Acupuntura…

… Aparte, pues, de todos ellos, los Sanadores lo único que hacen, aunque con resultados espectaculares, es Sugestionar a sus pacientes para que estos mismos desarrollen sus propias capacidades mentales; las cuales, exclusivamente, serán las que les lleven a esa deseada Curación.

Y por eso precisamente, porque esta curación es tan Deseada, estos enfermos son más fácilmente sugestionables por los Intermediarios entre ellos mismos y su propia capacidad mental.

Del mismo modo que, por ejemplo, un niño necesita el estímulo de otra persona para desarrollar su capacidad lingüística, el afectado por una dolencia Cree Necesitar a ese Sanador… Aunque éste lo único que hace es Estimularle, Incitarle, Provocarle el clima y el estado emocional adecuados… para que explote su propia capacidad mental.

En ambos casos, en el del niño y en el del enfermo, sin embargo, y salvando las debidas distancias, la facultad, la capacidad necesaria para alcanzar semejante proeza, está ya en ellos mismos… Es Suya… No se la da nadie, ni se la pone nadie.

Somos lo que realmente queremos ser.

Alcanzamos lo que verdaderamente queremos alcanzar.

Nuestro gran problema es la Duda. Porque nos hace tropezar…

En el momento en que se nos cuela un mínimo «pero es que», un sutil «y si», o un tenue «no sé si»… ¡a la porra!

Se acabó lo que se daba… Y a volver a empezar.

El ser humano es Maravilloso… porque constituye una maravilla y sabe hacer maravillas.

El ser humano es Poderoso… porque puede… y puede poder.

Que nadie se apropie de nuestras capacidades (Aunque todos tenemos que vivir y tenemos derecho a hacerlo como mejor podamos)…

Que nadie nos quite nuestros Poderes…

… Y mucho menos, nosotros mismos.