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¿Por qué «curan» los Curanderos? (Primera Parte)

 

 

Probablemente todos, en alguna ocasión, hayamos oído a alguien decir que Fulanito sufría tal dolencia y que había visitado a muchos médicos, pero ninguno le solucionaba nada… Y un día, harto ya de consultas, de pruebas, de análisis y te intervenciones varias, se había puesto en manos de un Curandero y, al poco tiempo, ya no presentaba esa dolencia.

Hay quien dice, incluso, que en una visita posterior al médico, éste no se explicaba cómo se había producido tal mejoría… ¿Cómo puede ser????

Tenemos dentro de nuestro cráneo una masa celular que constituye la estructura más compleja que existe y, a pesar de los numerosísimos estudios de que ha sido objeto, a estas alturas de nuestra evolución sólo ha sido posible conocer de forma parcial tanto su desarrollo como su organización.

Pero sobre todo, lo que resulta más difícil de entender… y mira que se ha intentado… es su inusitado y variado funcionamiento.

Hablamos del Cerebro como el órgano central de las percepciones sensoriales, del pensamiento y de todos los contenidos de la conciencia. Y no voy a extenderme en este asunto porque, además de vasto y complejísimo, se merecería sin duda otro tipo de publicación…

… Y otro tipo de escritor, claro, porque mis conocimientos al respecto son… bastante limitados.

Sin embargo, quiero llamar tu atención sobre una de sus funciones principales: la Percepción Sensorial… Y metiéndonos en más profundidades, sobre la Sugestión, o el dominio sobre la voluntad de una persona para llevarla a actuar de una determinada manera… o, ya puestos, la Autosugestión, o dominio de la propia voluntad.

En una entrada anterior, hablábamos de cómo una persona se puede provocar enfermedades o dolencias (las enfermedades psicosomáticas), en respuesta a un determinado trastorno emocional.

Pero también, y esto es lo más sorprendente, se puede Curar de una enfermedad gracias a su FE en el Proceso Curativo.

Nuestro cerebro, tan desconocido como desaprovechado, puede llegar a desarrollar tales capacidades que asusta sólo pensar en ello.

Dicen los que saben de esto que una persona sólo consigue desarrollar alrededor de un diez por ciento de su capacidad cerebral.

Se me ponen los pelos de punta al pensar hasta dónde podríamos llegar si lográramos utilizar su Cien por Cien.

Y ya que de Poderes hablamos, vamos a centrarnos un poco en el tema que planteo hoy…

¿Por qué curan estas personas que no emplean ni medicinas, ni hierbas, ni técnicas terapéuticas o quirúrgicas?… ¿Es posible que, sometiéndose a una sesión de rezos y plegarias, se consiga más que con la operación más compleja en el quirófano mejor dotado del mundo?

Increíble ¿verdad?… Pues ocurre.

Si les preguntamos por sus Dones a estos curanderos o sanadores, la mayoría nos dicen que ese poder les viene de Arriba, que es cuestión de Fe.

Y ahí es precisamente donde está el quid de la cuestión: en esa FE que, según las Sagradas Escrituras, «mueve montañas».

Porque estos Sanadores o Curanderos lo que tienen, en realidad, es una habilidad asombrosa para sugestionar a sus pacientes… Y una vez conseguido el estado emocional o psicológico necesario, lo demás es obra del cerebro del propio enfermo…

Por supuesto, hay que saber crear ese estado… Que no es nada fácil, por cierto; y requiere de mucha habilidad y destreza…

Y ahí está su mérito… Ese es su auténtico Poder

Pero todavía os tengo que contar más cosas… el próximo día.

El Chantaje Emocional

 

 

Lo hacemos y lo padecemos… (Ya sabes: Donde las dan, las toman).

Cuando lo hacemos, es porque consideramos que alguien tiene una deuda con nosotros… Una «deuda de amor».

Cuando lo padecemos es porque creemos que estamos en deuda.

¿Pero dónde queda nuestra libertad?

¿Dónde dejamos lo que queremos?

En el momento en que somos conscientes de que nos están chantajeando a nivel emocional, en ese mismo instante, surge la autojustificación. No es que me deje chantajear porque soy tonto, o porque soy débil, o porque no tengo personalidad. Lo que pasa que si, cuando yo los necesité, ellos me ayudaron y me hicieron sentir bien ¿por qué no hacerlo yo ahora con ellos?

Sin embargo, esa autojustificación es, como decía antes, el reconocimiento de una «deuda» que no debería ser tal.

Cuando alguien hace algo por otra persona (a no ser que sea chantajeado, claro está) lo hace porque quiere. Y si alguien hace algo porque quiere, no espera, o no debería esperar, que se lo paguen. Los regalos son regalos; no son «ventas».

Si yo te vendo algo y tú lo compras, tú me lo pagas. Si yo te regalo algo y tú lo aceptas, tú lo disfrutas y yo disfruto de que lo disfrutes. Así tendría que ser… Pero la mayoría de las veces no lo es… Y esperan que les «devolvamos» el favor, o esperamos que «salden» su deuda.

Vale; pero ahora vamos a dejar a un lado el papel de chantajistas y vamos a ponernos en el papel de «víctimas»… ¿Qué podemos hacer para no seguir siéndolo?

Para defendernos de ese chantaje, lo primero que tenemos que hacer es aprender a distinguirlo y si lo pensamos un poco, se distingue bastante bien. Porque todos sabemos cuándo hay una necesidad «real» de algo y cuándo no la hay.

Se nota perfectamente cuándo alguien no puede hacer algo por sí mismo, o «necesita» algo. No dispone de ello; no puede conseguirlo por sus propios medios, por más que se esfuerce; no tiene la capacidad que se requiere para alcanzarlo. Y cuando nos pide que le ayudemos, o que se lo demos, o que lo hagamos, es porque lo ha intentado sin éxito… y nada.

Sin embargo, cuando puede hacerlo, cuando dispone de los medios y de la capacidad necesaria para lograrlo, pero no lo quiere hacer porque es muy cómodo que lo haga otro, o no lo intenta siquiera, o se hace el «desvalido» porque a todos nos gusta que nos mimen… y encima nos dice… «yo lo haría por ti»… «si tanto me quieres, entonces…», «es que yo no me merezco que tú ahora…»

Eso es CHANTAJE EMOCIONAL.

Y una vez identificado, lo siguiente es DECIR NO… «Te quiero mucho, pero NO VOY A HACER ESTO»… «Sé que me quieres, pero NO VOY A…»

Esta negativa, por supuesto, tiene consecuencias.

Porque decir NO, nos hace sentir incómodos… Que es precisamente lo que el chantajista quiere.

Porque decir NO, puede conllevar que el chantajista se enfade o se muestre dolido; lo que nos hace sentir mal… Que es precisamente lo que él quiere.

Porque decir NO, puede suponer meterse en una bronca o en una pelea dialéctica… (Pasar a las manos ya sería perder los papeles por completo).

¿Pero qué es mejor, UNA incomodidad, UN enfado, UNA bronca… que se pasa y se acabó… o seguir siendo la VÍCTIMA ETERNA del CHANTAJE CONTINUO?

Si el Chantajista Emocional comprueba que no cedes, aún a riesgo de esas «consecuencias», entenderá que no eres «su víctima» y te dejará en paz. Si observa que «te rindes»… te manejará siempre a su gusto y capricho.

Eres una persona libre. Puedes decir No, si quieres decir No.

Puedes ESTAR para los demás… pero sobre todo, TIENES QUE ESTAR PARA TI.

Pero que conste… No hablo de egoísmo… Hablo de que Inteligencia Emocional y de Sentido Común…

… Y adelanto… y «amenazo»… Seguiré hablando de ello.

Disfruta de tu LIBERTAD.

¿Qué hubiera pasado si…?

 

 

La eterna pregunta…

Cada vez que tomamos una decisión, cada vez que optamos por algo, nos surge la duda… ¿Y si hubiera hecho lo otro? ¿Y si hubiera elegido lo otro?

Y, de pronto, empezamos a no estar convencidos de la elección hecha. Empezamos a dudar de haber optado por lo mejor. Lo que, inevitablemente, nos hace ver muchas más cosas positivas en lo que hemos descartado, frente al montón de aspectos negativos que descubrimos en lo que hemos elegido.

Pero es que, además, suele ocurrir que, antes de haber llegado a esa decisión, hemos pasado mucho tiempo analizando las alternativas… o nos hemos preparado a fondo para ello… o nos ha costado un esfuerzo enorme dar el paso… o hemos invertido muchas energías, tanto personales como económicas, para conseguirlo.

Y, vale, nos decidimos, damos el paso, emprendemos un nuevo camino… ¿Y?…

¿Qué pasa?… ¿Resulta que ahora ya no es lo mejor?… ¿Y qué hubiera pasado si…?

El hecho de decidir, cuando se trata de una decisión importante para nuestra vida, suele conllevar una gran tensión emocional… Y esa tensión después nos pasa factura.

Esa «factura» hay que pagarla, claro, y la «moneda» que nos exige es, por supuesto, emocional. Entonces, tenemos que abonar «euros» en forma de «dudas»; «dólares» en forma de «ansiedad»; «libras» en forma de «depresiones»… etc., etc., etc… Y nuestra «cuenta corriente» psicológica parece que se queda en números rojos… Lo que nos hace temer la «bancarrota emocional».

A esto hay que añadir los comentarios de los que nos rodean, claro. Porque nadie pensamos igual que los demás y cada uno opinamos diferente sobre lo mismo.

Entonces, si a la sensación de «bancarrota» personal, le sumamos una gran lista de «acreedores», que reclaman «su parte», haciendo comentarios como: «déjame que te diga…», «yo hubiera hecho…», «es que no tuviste en cuenta…»

¡Uff!… ¡La ruina!…

¿Y qué podemos hacer?

Recuperar la confianza.

Siguiendo con el símil económico… los mercados de valores retornan al alza y se presentan en positivo cuando «recuperan la confianza»…

Pues es lo mismo… pero de forma diferente.

Has elegido algo; te has embarcado en una nueva aventura… ¿Por qué lo hiciste?… ¡Porque te gustaba!… ¡Porque querías!… ¡Porque era lo mejor!…

¡Y sigue siéndolo!… Te sigue gustando. Lo sigues queriendo. Sigue siendo lo mejor… para ti.

¿Alguien te lo ha criticado? ¿Alguien te ha dicho que hay otras cosas mejores? ¿Alguien se ha burlado de tu decisión?

Vale. Puede ser… Pero te lo dice desde «su perspectiva»… Y lo que a ti te importa es la tuya; porque es con la que vives.

Y, desde Tu Punto de Vista, eso era lo que querías.

Fíjate en ese detalle que te gustó. Vuelve a valorar esa característica que hizo que te inclinaras por ello. Vuelve a mirar ese elemento que llamó tu atención… Y empieza a disfrutar de lo que has elegido.

Empieza a «vivir» lo que has decidido. Involúcrate en ello. Sácale todo el partido posible… y sabrás por qué fue Tu Opción.

A ver… Nadie somos perfectos. Podemos equivocarnos. De acuerdo… Y puede ser que, dentro de un tiempo, te des cuenta de que algo falló; de que no salió como pensabas; de que… podías haber hecho otra cosa.

Sí. Puede ser… Pero esas conclusiones serán resultado de lo que venga a continuación… Y ahora… todavía… no ha venido y no sabes si vendrá.

Por lo tanto, ahora no puedes tener en cuenta algo que «no existe» y que quizá «no llegue a existir nunca».

Ahora tienes lo que tienes; ves lo que ves; analizas lo que hay; y sólo en base a eso puedes decidir… Pues sólo eso es lo que cuenta.

Y lo demás, ya vendrá… Si viene.

Ahora es Ahora… Y no hay más que el Ahora.

Vívelo!!…