Archivo por meses: marzo 2015

El Compromiso de Comprometerse

 

Comprometerse… Da miedo…

No. Miedo no. Es vértigo… Es como saltar al vacío… Es como entrar en una cueva oscura ¿Qué habrá dentro? ¿Cómo salir de ella si es necesario?

Puede que una relación de pareja funcione de maravilla, hasta que llega el momento en que uno dice: «Oye ¿por qué no nos casamos?»… ¡Uff!…

Respuesta: «Pero si estamos muy bien así»… «¿Para qué vamos a complicar las cosas?»

Y el que ha hecho la propuesta se queda desfondado… Sí; como si hubiera dado un paso en falso… «¿Es que no me quieres?» «No, no, no es eso; es que necesito tiempo».

¿Qué ha pasado?

A ver… Tan simple como la vida misma (sólo que nos gusta complicarla)… Mientras se trata de salir juntos, de estar juntos sin más ataduras que la del «querer» (con la inmediatez y la limitación del término, «te quiero ahora»), la cosa va bien; no hay agobios. Pero ante la posibilidad o el planteamiento de «algo definitivo», del supuesto «para toda la vida», ya hay que pensárselo.

Y parece que, a partir de ese momento, el solicitado (o solicitada) se distancia un poco del solicitante… porque, tal como ha dicho, «necesita tiempo».

Pero tú, solicitante, quieres a esa persona y «crees saber» que esa persona te quiere a ti. Entonces ¿qué puedes hacer?

Dale tiempo… Es lo que te ha pedido ¿no? Pues dáselo.

Esto, dicho así, parece «poco científico», pero tiene una explicación «que sí es científica»… Verás.

Aunque ella (la persona solicitada) no quiera verte y se distancie de ti, sabe que te tiene seguro (o segura), porque la llamas constantemente y te preocupas por ella. Y mientras sepa que te tiene seguro, dará largas a la situación antes de comprometerse definitivamente. Porque no existe la amenaza de perderte y, por decirlo de alguna manera, puede «jugar contigo» hasta que le parezca bien.

Sin embargo, si dejas de llamar, si dejas de mandarle mensajes, si te distancias tú también, puede empezar a pensar que ya no te tiene tan seguro y quizá piense que si mantiene su actitud, te puede perder por completo.

Como comprenderás, si te quiere de verdad, si realmente quiere estar contigo, a pesar de las dudas que tenga, no va a permitir que la dejes; y si hay el más mínimo riesgo al respecto, hará lo posible y lo imposible porque todo vuelva a estar como antes e, incluso, dará ese paso que ahora tanto teme.

Soy consciente de que te puede parecer difícil aguantar que vayan pasando los días sin saber nada de esa persona; pero si de verdad quieres solucionarlo, es más aconsejable que «aguantes el tirón» y que no vuelvas a llamarla o a ponerte en contacto con ella… hasta que sea ella misma la que te busque y la que «vaya detrás de ti».

Si te quiere de verdad, no tardará en hacerlo… porque no querrá perderte.

Pero si no lo hace… es porque no te quiere.

Y si no te quiere… entonces ya puedes dejar de preocuparte por ella, porque tú te mereces lo mejor.

… Y a otra cosa.

Mi suegra, mi marido y yo

 

 

¡Menudo triángulo «amoroso»!…

Seguro que alguna de vosotras se ha visto en esta situación, o parecida:… «Mi suegra se ha quedado viuda recientemente. Mi marido es su único hijo y para que no esté sola, en estos primeros meses, está viviendo con nosotros. Y ahora ha empezado a hacerme la vida imposible; no hace más que criticar todo lo que hago. Y lo peor de todo es que mi marido también ha empezado a echarme en cara ciertas cosas que antes no le parecían mal… Parece que se pone contra mí para defender a su madre.»

¿Te ves reflejada y no sabes por qué te está pasando esto?

¿Quieres ponerle remedio y no sabes cómo?

Vale; pues te contaré algunas cosas… a ver si pueden servirte de ayuda…

Lo que podría estar ocurriendo es lo siguiente: Al quedarse sin su marido, tu suegra se quedó sin su apoyo de toda la vida y quizá empezó a pensar que, para no quedarse completamente sola en el mundo, lo único que le quedaba era su hijo… Pero su hijo estaba con «la otra»… Por tanto, tenía que recuperarlo a toda costa, sobre todo de cara a su vejez.

Y resulta que «la otra» eres tú: Su mujer.

Entonces, su «lógica» le puede haber llevado a pensar que, si tú pierdes la buena imagen que tienes ante tu marido, él se despegará más de ti y volverá a sus brazos, ya que, según esa misma lógica, «ella es su madre y es la única que no puede fallarle».

Pues pensado y hecho. Si para recuperar a su hijo tiene que anularte a ti, lo mejor es hacerle ver todas tus faltas, tanto las existentes como las inexistentes; y demostrarle que su mujer no le conviene; que lo mejor es que haga caso a su madre y, a ser posible, que sólo confíe en ella.

Por eso te critica y te hace la vida imposible.

Pero no pienses que, a pesar de la «evidencia», tu suegra es un «monstruo de maldad»… Nada de eso.

Lo que ocurre es que tiene miedo. Está asustada. Porque la vejez asusta; especialmente si viene acompañada por la soledad…

Que, dicho sea de paso… ¡Terrible compañía!

Y cuando una persona está asustada, se desespera y trata de luchar con todas sus fuerzas para evitar la llegada de «eso» que tanto miedo le provoca.

Así pues, en lugar de reprocharle nada y meterte en una guerra de «dardos cruzados» con ella, lo más adecuado es ayudarle a superar su trauma.

Tienes que hacerle ver que tú no eres su enemiga.

Más bien, al contrario… Si «su hijo» y tú estáis bien y os sentís unidos, si vuestro matrimonio funciona bien y os compenetráis, ella estará mejor atendida y se sentirá más cómoda.

Siéntate con ella; trata de hablarle con calma, con amabilidad, pero, sobre todo, con respeto. Y, lo más importante… trata de escucharla.

Puede que, especialmente al principio, desconfíe de ti y te acuse de que lo que pretendes es darle la razón como a los tontos o volverla loca para encerrarla en un psiquiátrico y así librarte de ella.

Si te dice ese tipo de cosas, no te enfades… Estas reacciones podrían deberse al pánico que está experimentando frente a la temida soledad.

Atiéndela bien… Sorpréndela con algún detallito; pero que no sea muy llamativo, para que no recele. Invítala a que salga contigo a la compra o a dar un paseo. Puedes pedirle también que te ayude en las tareas de casa. Pero haz todo esto de una forma natural… Se trata de que se vaya dando cuenta de que ella también es parte de la familia; que tiene un sitio en vuestra casa y que puede participar en las cosas de casa.

No hagas caso de sus críticas.

Si va comprobando que tu actitud hacia ella no es algo pasajero, sino que lo haces de forma constante y con naturalidad, poco a poco ella también irá cambiando, dejará de tener miedo y la convivencia adquirirá una «muy deseada normalidad».