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No puedo concentrarme

 

 

Eres de esas personas que nunca has tenido dificultad para estudiar… Vamos, que has sido un buen estudiante… Y ahora que te vas a enfrentar a uno de los exámenes más importantes de tu vida, porque de él depende el trabajo que tanto ansías tener, resulta que no te concentras… ¿Qué te pasa?

Ansiedad… Eso es lo que te pasa.

Tu problema de concentración radica en la ansiedad que te produce la situación en sí.

Date cuenta de cómo se plantean las cosas: Si apruebas este examen, tienes un trabajo fijo que, además, te gusta y está muy bien remunerado… O sea, te soluciona la vida… ¿No es para poner nervioso a cualquiera?

No te diré que te tranquilices. Lo que te juegas es demasiado importante y es lógico que te mantengas alerta y que intentes lograrlo a toda costa.

No te hablaré de ningún método de estudio; porque hay muchos, pero no todos son adecuados para todo el mundo. Cada persona tiene sus propias características y, por tanto, necesitaría un método de estudio «a la carta».

Tampoco se trata de emplear muchas horas; además, cuantas más horas te esfuerces en estudiar cada día, más cansado estarás y esto hará que tu nivel de concentración, ya de por sí tocado, disminuya bastante… Y sólo conseguirás desesperarte; lo cual, te meterá en un círculo vicioso, porque no estarás en las mejores condiciones para seguir estudiando.

Para poder concentrarte, tu mente debe estar descansada y seguir una secuencia regular entre trabajo y descanso.

Trata de hacer algunos minutos de descanso entre períodos de estudio. Aunque aparentemente no estés cansado, tu mente te lo agradecerá.

Es importante también que la habitación en la que estudias sea cómoda, tenga buena luz (durante el día, la mejor luz es la natural), la temperatura ha de ser adecuada para ti y, sobre todo, no debe haber a tu alrededor cosas que puedan distraerte (fotos, televisión, otras personas, etc.)

Por otra parte, y por muy importante que sea este examen, si lo piensas un poco… ¿cuántos exámenes importantes has hecho a lo largo de tu vida?… Creo que todos han sido decisivos… Y todos te han puesto nervioso… Y los has hecho… ¡Y los has superado bien!…

¿Por qué va a ser éste distinto?

Sí… ya sé… Porque te permite conseguir un buen trabajo.

Vale… Pero no es éste el único «buen trabajo»… Hay muchos más… Y seguro que están deseando ser ocupados por alguien como tú.

Confía en ti y en tus posibilidades.

Si ese trabajo en concreto ha de ser para ti, lo conseguirás sin mayores dificultades. Ahora… y créeme, que esto es importante… puede ocurrir que ese trabajo, por muchas razones que ahora no ves, quizá no te convenga tanto como piensas… Y como su conveniencia o no es algo que ahora mismo desconoces, no puedes dejar que te condicione.

Eres una persona muy competente… porque lo has demostrado en muchas ocasiones… De hecho, tu expediente académico es un auténtico festival de buenas notas.

Y en tu «yo» más íntimo sabes que vas a conseguir lo que te propongas en la vida… porque, además de muy competente, eres una persona trabajadora, eres alguien que trata de superarse cada día y, por encima de todo, porque tienes ilusión.

Bien; pues déjate llevar por esa persona que eres. No permitas que te arrastre «ese otro que no eres».

Siéntate cada día delante de ese temario y, simplemente, lee… Tu mente sabe muy bien lo que tiene que hacer con toda esa información que entra a través de tus ojos… Confía en ella.

Luego, el día del examen, acudes a la cita; te sientas delante de ese folio blanco que estará deseoso de que le llenes de palabras; lee las preguntas que tienes que contestar; deja que tu mente abra las carpetas donde tiene guardada la información necesaria y que sea ella la que guíe tu mano para traducir esa información en grafismos… Y ya está.

Vete a casa; queda con amigos; descansa o diviértete… pero sobre todo, sigue con tu vida y disfruta de ella…

… Y lo que tenga que ser, será.

El Síndrome del «Nido Vacío»

 

 

«Hasta hace un año, vivía feliz como ama de casa… Mi marido, mis hijos y mis tareas me llenaban. Nunca he trabajado fuera de casa, porque tampoco me ha hecho falta. Mi marido decía que ya ganaba él por los dos… Y la verdad es que nunca nos ha faltado nada… Mis hijos estudiaron lo que quisieron; ahora tienen buenos trabajos y ya viven en sus propias casas, con sus parejas… Y yo tendría que sentirme bien… pero no lo estoy. Siento una gran tristeza; no tengo ilusión por nada; ahora todo me resulta insoportable… Y lo peor es que no tengo motivos para ello».

Esto es lo que me contaba recientemente una mujer de mediana edad que había acudido a mi consulta.

Así pues, voy a aprovechar para hablaros de este trastorno que se da especialmente en las mujeres… Porque todavía suelen ser las mujeres las que, tras el emparejamiento y el nacimiento de los hijos, se quedan en casa para atenderles «a tiempo completo»… para que se hagan hombres y mujeres «de provecho».

Y efectivamente, los hijos crecen… Efectivamente, los hijos se convierten en hombres y mujeres «de provecho»… Efectivamente, esa madre ha visto cumplido su «gran objetivo»… El problema es que, cuando esto ocurre, los hijos se independizan… Y se van.

Y es entonces cuando esa mujer, que ha dedicado la mitad de su vida a cuidarles y a «estar ahí para su familia», se da cuenta de que ya no tiene un objetivo claro; y que todo eso que antes hacía, con mayor o menor esfuerzo, al perder ese objetivo, ahora resulta vano y sin sentido.

Este sentimiento de «desfondamiento» provoca una caída en el estado anímico. Es como si, de pronto, desapareciera el suelo y nuestros pies no tuvieran donde pisar… Y entramos en «caída libre»… Y nuestra autoestima empieza a bajar y a bajar y a bajar… Porque «¿para qué sirvo yo ahora?»… Y de «caída libre» se pasa a «entrar en barrena»…

… Seguro que os imagináis el «tortazo emocional» que viene después.

Bueno… Os diré algo. Es una realidad que todos necesitamos y buscamos razones que justifiquen nuestros actos.

Por mucho que digamos que hacemos las cosas «porque sí», lo cierto es que siempre las hacemos «por algo». El «porque sí» puede ser de cara a la galería; pero en nuestro interior siempre hay una razón para hacer lo que hacemos o para decir lo que decimos.

Si, de pronto, aquello que estábamos haciendo «por algo», pierde ese «algo», entonces nos parece que ya no tiene sentido; y eso nos desconcierta y nos lleva a pensar que ya no merece la pena seguir haciéndolo.

Vale… Pues llegado este punto, llegado ese momento en que se han alcanzado esos objetivos que nos habíamos propuesto, es cuando tenemos que buscar otros.

Y alguien me preguntará por qué…

¿Por qué hay que buscar otros objetivos, otras metas? ¿Por qué no puede uno dedicarse a descansar, tras toda una vida de trabajo y esfuerzo? ¿Por qué no puede empezar a pensar en sí mismo?

¡Pues eso es!

¡Ese será nuestro nuevo objetivo!… ¡Nosotros mismos!

Y te lo digo especialmente a ti… MUJER… Estás viendo a tus hijos donde querías verles… Te sientes orgullosa de ellos y de ti misma por lo que se ha conseguido…

¡Es tu turno!

Ahora tu objetivo es hacerte feliz a ti misma. Empieza a hacer cosas que te gustan… Esas cosas que siempre habías dejado «para después», porque no tenías tiempo.

Cosas que te apetezcan… Porque te lo mereces.

Porque tienes derecho a ello. Porque siempre lo has tenido…

… Pero ahora, más que nunca… ¡TU OBJETIVO ERES TÚ!