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¿Rebeldes… sin Causa? (II)

 

Siguiendo con lo que empecé en la entrada anterior, os diré que existen algunos padres los cuales, desde que su hijo nace, están haciendo planes para él; le inventan un porvenir muy preciso. Quieren que ese hijo su sucesor o, si es posible, facilitarle los medios para que les supere y tenga más éxito que ellos mismos.

Sin embargo, sin previo aviso, se encuentran con que el niño (o la niña) ha crecido, tiene una voluntad y unas aspiraciones bien definidas y su fortaleza, o su cabezonería, resiste los razonamientos aparentemente más lógicos, las súplicas más encendidas o, incluso, las amenazas.

Esto produce en los padres una sensación de fracaso: «¡es que no hago vida de él! (o de ella)».

Y a los hijos se les brinda en bandeja la oportunidad de protestar, de gritar «¡déjame en paz!»; en una palabra, de REBELARSE.

O sea, si ya es difícil para ese niño convertirse en un adulto, encima tiene que luchar contra los que siempre le protegieron; porque considera que puede que tengan buena voluntad, pero lo cierto es que no le dejan vivir, no le dejan expresarse, no le permiten desarrollar sus propias iniciativas…

¿Se puede hablar, entonces, de rebeldes… sin causa?

La batalla que tiene que librar el adolescente contra sí mismo y contra los otros, simplemente por ser un adolescente, es demasiado dura como para complicarle aún más las cosas.

Él sabe que no puede ser un niño durante toda su vida y es consciente de que, de la misma forma que su cuerpo se desarrolla, simultáneamente la sociedad le va a exigir que sea útil, que aporte su grano de arena, que sepa valerse por sí mismo…

Con este peso sobre su conciencia, necesita prepararse a fondo para lograrlo y esa preparación le supone una presión demasiado fuerte.

Además, para descubrir dónde va y qué va a hacer, tiene que saber Quién es en realidad y ¿cómo estar seguro de quién es, si no le permiten ni conocerse, ni manifestarse, ni buscarse, ni encontrarse?

Se dice que parece que los adolescentes de ahora andan como perdidos, que reniegan de todo, que son unos extremistas, que han recibido mucho y no dan nada.

Tal vez deberíamos plantearnos si no es esta misma sociedad a la que quieren incorporarse, la que les obliga a adoptar esas actitudes.

Habrá todavía quienes digan aquello de «en mis tiempos no éramos unos…, ni éramos tan…»  Pero es que puede que aquellos tiempos no eran tan… ni tan…

Cada época tiene unas características diferentes, unas exigencias distintas y unas necesidades únicas. Y considero que es una obligación de cada sociedad, en cada momento, el saber comprender y aceptar a sus adolescentes, para que ellos no se sientan como unos proscritos, para que no se vean obligados a ejercer la intolerancia, en respuesta a la que ellos mismos experimentan y para que se autorreconozcan como Personas… rodeados de Personas… y aceptados por las Personas…

… Como PERSONAS.

 

¿Rebeldes… sin Causa? (I)

 

Adolescentes…

Todos hemos sido adolescentes… O sois adolescentes… Y no digo seréis adolescentes, porque lo más probable es que vosotros, los que seréis, no leáis estas líneas…

¿Y qué supone ser adolescente?

Todo empieza con una serie de profundas transformaciones físicas, en un determinado momento de la vida. Pero las cosas no son tan simples como parecen.

A estos cambios físicos a los que, de alguna manera, les suele acompañar un cierto componente traumático, hay que añadirles, además, pero con una influencia decisiva en ellos, la percepción que el adolescente tiene de lo que le pasa y su particular forma de asimilarlo; lo cual es determinante en este proceso de Gran Metamorfosis.

Nos encontramos, entonces, ante una de las etapas más decisivas en la evolución de la personalidad, la cual estalla, sin anestesia ni nada, en este delicado momento de la vida.

Y como sabemos perfectamente CUÁNDO ocurre, vamos a detenernos un poco para ver QUÉ ocurre, CÓMO ocurre y POR QUÉ ocurre.

Tenemos, por un lado, los grandes cambios físicos que experimentamos, que frecuentemente no son del todo de nuestro agrado; y que a veces, muchas veces, nos cuesta aceptarlos.

Luego están las relaciones, en ocasiones conflictivas, con quienes nos rodean. Y en este punto, aparece la aspiración a un cierto grado de independencia y, a la vez, el temor a la misma, por el simple hecho de ser algo desconocido.

Además, nos encontramos con la decisiva presencia de los ambientes familiar y escolar, a veces muy conflictivos, especialmente cuando chocan de forma estrepitosa con la supremacía que adquiere el grupo de iguales.

Se plantea así y se hace más fácilmente comprensible el llamado Drama de la Adolescencia.

Y es ciertamente un Drama, porque nos vemos obligados a debatirnos entre dos posturas contrapuestas: Por una parte, la Rebeldía, como un canal para conseguir afirmar y reafirmar nuestra Personalidad. Y, por otro lado, el deseo de seguir siendo un niño, de seguir sintiéndonos protegidos por nuestro ambiente; especialmente, de cara a las agresiones o los peligros que intuimos o vamos descubriendo en el exterior.

Claro que no siempre el ambiente familiar es un buen escudo protector para el adolescente. Y no es que los padres abandonen a sus hijos o que no sepan protegerles (que también ocurre, pero esto no lo voy a tratar hoy aquí); sino todo lo contrario: A veces se esfuerzan demasiado en lograrlo.

Y el problema está en que, por mucha teoría que se conozca al respecto, lo cierto es que los padres sólo cuentan con la experiencia de su propia adolescencia, y esto, sin duda, no tiene nada que ver con esa otra Adolescencia que les viene impuesta, metida en el cuerpo de unas personas que hasta ese momento encarnaban a sus hijos, con unos problemas muy particulares de la infancia y a los que era fácil cuidar, porque se dejaban, pero que ahora, con esa nueva cáscara, no hay quien los reconozca y, por tanto, a pesar de todos los esfuerzos, se hace difícil su comprensión y su protección.

Entonces… la Rebelión está servida.

Una rebelión contra todo y contra todos; y de manera muy especial, contra ese ambiente familiar que, de pronto, parece como si no nos comprendiera.

¿Os suena todo esto?…

Pues el próximo día os cuento más cosas.