Hola, otra vez…
Esta es la tercera entrega de este tema y quiero dirigirme especialmente a ti que, de alguna manera, te has sentido identificada.
Sabías que te pasaba algo, que el sexo no iba contigo… Puede que no obtengas ninguna satisfacción con él; que incluso te llegue a resultar desagradable… lo que te impide iniciar una relación de pareja o, si ya la tienes, te genera auténticos conflictos con tu compañero (o compañera).
Pero no has nacido en la ignorancia y eres consciente de que tienes un problema… sólo que te da miedo enfrentarte a ello y, ni siquiera, te atreves a ponerle un nombre.
Vale. Ya se lo has puesto… Y, después de leer las páginas anteriores, incluso tienes una cierta idea sobre lo que ha podido provocarlo. Entonces, si sabemos cuál es el problema, tenemos más probabilidades de encontrar la solución…
Si el quid de la cuestión está en un conflicto emocional, a nivel personal, será eso lo que tengas que solucionar. Me estoy refiriendo al hecho de que sufras algún trastorno de ansiedad o depresivo; a que te sientas insegura; a que tu autoestima esté por los suelos; etc… Empieza por resolver estos problemas; quiérete un poco más; aprende a confiar más en ti misma; cambia lo que tengas que cambiar y no des un paso atrás ni siquiera para coger impulso.
Sin embargo, si piensas que tu falta de respuesta sexual se debe a algún problema en tu relación de pareja, tendrás que hablar con él, o con ella, para buscar juntos la forma de solucionarlo. Si este es el caso, no aceptes la idea de que tu problema es solamente tuyo.
En una relación de pareja, cualquier problema que surge es un problema de dos y los dos tienen la misma responsabilidad en ello, y los dos juntos son los que pueden solucionarlo… Si no intervienen los dos, si no trabajan los dos, si no se implican los dos, el problema no se soluciona.
A veces, la falta de respuesta sexual se debe simplemente a la rutina que se instala en la relación. Las rutinas, por muy cómodas que resulten, suelen ser aburridas, y el juego erótico es muy sensible a todo esto.
Además, se da la circunstancia de que la relación sexual es algo tremendamente exigente. Es inusualmente voraz. Es una diosa temible que siempre está reclamando nuevos sacrificios en su altar.
Esa caricia que hoy ha resultado de lo más estimulante, apenas unas horas después ya es simplemente «una más».
Por eso, para que el juego erótico resulte siempre muy placentero, hay que saber aderezarlo convenientemente. Estamos entre «fogones» y por tanto, hemos de convertirnos en los mejores cocineros.
Así pues, vamos a «guisar» el plato más exquisito, mezclando ingredientes como: sensualidad, afectividad, erotismo, besos, ternura, caricias, ingenio, miradas, fantasía, complicidad, manos, labios, piel (toda), una buena dosis de entrega y unas cuantas cucharadas de aceptación. Todo ello adecuadamente aderezado con una tacita de buena comunicación.
Se mezcla todo bien y se cuece «a fuego lento», para que los ingredientes vayan dejando en el caldo su aroma y su sabor.
Se sirve en plato de fiesta, añadiendo un cacito de salsa picantona que pueda recubrir agradablemente los preciados momentos de la intimidad.
Así obtendremos un «guiso a pedir de boca» y se podrá disfrutar del sexo en todo su magnífico esplendor.
No te conformes con una sopa. Sé una gourmet.