Aquí estoy yo… Sabías que no te ibas a librar ¿verdad?…
Ya te han hablado de mí antes… De hecho, en estas mismas páginas. Pero hoy quiero ser yo quien lo haga, de forma más detallada, y aunque me repita en algunas cosas. Porque, sobre mí, ya está todo dicho… O eso creo.
Te sientes fatigado. Eres presa de un estado de agotamiento general que te imposibilita para continuar adecuadamente con tu trabajo, para tomar decisiones o, simplemente, para enfrentarte a los problemas cotidianos.
No duermes bien. Estás irritable. Saltas a la mínima. Te enfadas contigo mismo, con el otro, con el lunes… y hasta con el domingo, simplemente por ser domingo.
¿Pero quién soy yo en realidad?… ¿Por qué te he invadido como un virus voraz?
Si me hubieras tenido en cuenta antes, no habría sido tan malo; porque en mis primeros momentos, digamos que soy un «mensajero»… Te vengo avisando; y, como dice el refrán: «El que avisa, no es traidor». Pero tú, nada, a tu bola. Ni caso…
Pero ahora, claro… ya tienes encima a mi «segunda parte»… Y ésta ya es más peliaguda.
Te voy a decir quién soy realmente; cómo llego y por qué te sientes ahora tan mal.
Me definen como una respuesta que da tu organismo para prepararte ante un estímulo agresivo o excitante. Y como reacción de alarma, como «mensajero», soy útil, ya que te doy la oportunidad de prepararte para el enfrentamiento con ese algo, conocido o desconocido, que puede resultarte aversivo.
Sin embargo, me temes. Mi nombre por sí solo te asusta, ¿Por qué? ¿Por qué me identificas exclusivamente con algo negativo que te resulta dañino?
Pues porque, en la mayoría de las ocasiones, la primera batalla te deja demasiado fatigado como para encarar otra escaramuza de forma inmediata. Y este agotamiento, que constituye la segunda fase del proceso, es el que, al tener unos efectos más llamativos y ciertamente desagradables, acapara el significado de mi nombre. De esta manera, se olvidan las distintas fases del estrés, y se habla de Estrés en relación sólo a la parte final del proceso. O, como suele decirse, nos quedamos con una parte del Todo, y la vemos como el TODO.
No obstante, como lo que realmente te preocupa es esta parte de mí, porque es la que te altera y la que te provoca malestar, el próximo día te hablaré de ello y de cómo superarla ¿de acuerdo?
Pues seguiremos en contacto…