Hoy quiero hacerme eco de lo que en su día vimos con relación al Estrés.
Estamos volviendo de vacaciones y creo que esto puede ser de utilidad.
El ser humano posee unos mecanismos de defensa que le ayudan a prevenir o a combatir situaciones tensas, difíciles, situaciones conflictivas o desconocidas que, de no estar preparados para enfrentarnos a ellas, llegado el momento no sabríamos cómo reaccionar o cómo protegernos.
La Ansiedad, en principio, es una respuesta natural en el hombre que, en cierta medida es, incluso, deseable, ya que se trataría, por decirlo de alguna manera, de una señal de alerta que nos predispone y nos obliga a poner en marcha todos esos mecanismos de defensa para hacer frente a la situación o, al menos, minimizar sus posibles consecuencias desagradables.
En condiciones normales, pues, el haber alcanzado un cierto nivel de ansiedad, supone que el individuo puede lograr un grado óptimo de rendimiento. Sin embargo, y aquí está el quid de la cuestión, si por cualquier circunstancia ese nivel deseable de ansiedad se rebasa, nos encontramos inevitablemente que la persona entra en un estado de nerviosismo, aparece la sintomatología psicosomática, se tiene una sensación de desorganización y, lógicamente, se pierde el control sobre la situación, lo que nos imposibilita, además, para pensar con claridad.
Pero no todo resulta tan evidente y ocurre, a veces, que se puede dar el caso de ese individuo que muestra rasgos inequívocos de un estado ansioso generalizado ante todo y ante todos. Así, es posible observar que estas personas están permanentemente nerviosas, que se preocupan excesivamente por cualquier cosa, por nimia que sea, que están en un continuo estado de alerta el cual les impide desarrollar normalmente las tareas cotidianas y viven, en resumen, con una sensación constante de inseguridad y de miedo, esperando que, en cualquier momento, ocurra algo irremediable a la par que terrible.
Y aunque esta sensación de ansiedad no es tan intensa como la que se produce cuando estalla una crisis de angustia, no es menos cierto que provoca un modo de vida condicionado por la tensión y la inquietud.
Como decía al principio, estamos volviendo de vacaciones y éste es un momento en el que somos especialmente vulnerables. La evidencia de que se acabó lo bueno y a partir de ahora sólo nos esperan madrugones, prisas, atascos, jefes, y todo un año por delante de cansancio, es el caldo de cultivo perfecto para que nuestra Ansiedad Buena degenere, se nos vaya de las manos y se convierta en Mala, malvada, diabólica y peligrosa.
Tomemos medidas.